Pasé muchas horas sentada
frente a la televisión viendo películas francesas, dibujos animados, ratones,
gatos, perros, telenovelas, pesticidas y clásicos de hollywood, todo lo que la
televisión nacional pudo ofrecerme, y luego lo que el cable pudo pagar. No
volveré a tener diez años jamás.
Recuerdo que Jim Carrey se movía sobre su vida en una mañana hecha de luz artificial, un hombre cuyo confundido corazón en realidad era el de un pez convencido de la infinidad de su pecera. El viento le daba en la cara, caminaba por
la playa, incluso obtuvo un título universitario… Luego, Jim ponía su cara de
sospecha, se iba hasta el límite de su pequeño mundo de alquiler, proponía una
escapatoria, su mujer tenía una sonrisa rara, su mujer no era su mujer en
verdad, su vida no era su vida. Jim vivía en un Domo gigante,
traspasado por la imagen de un cielo con constelaciones que no existen, con la
impresión de que la tierra giraba, la lluvia que solo le perseguía a él,
entonces se daba cuenta, ¡Todos nos dábamos cuenta!, pero era inútil, porque en
el fondo, papá, mamá y yo vivíamos en un domo también, The Truman Show es
un lugar. Existe una pared invisible que divide el sueño de la vida y la vida.
A los 10 años ambicionas cosas: crecer, ir a las pasarelas de Milán, correr por
la playa en cámara lenta, casarte con un vendedor de diamantes, reír… Lo que
quiero decir es que ahora la tierra ha girado demasiadas veces, despiertas por
las mañanas y miras al cielo pensando en el color azul, pero sin embargo sabes
que más allá todo es oscuro y hace frío,
que por las noches cuando llueve veras las nubes si levantas la cabeza. Piensas
que un hoyo negro puede abrirse paso desde la lluvia y tragarte, que la
oscuridad bíblica te envolverá y podrás agarrarte a ella, tocarla, sumergir tu
cara en un agua espesa y negra como un cine con todas las luces apagadas y la
pantalla muerta. Pero no es así como la gente desaparece. Las casas del sol
naciente suelen tener otros nombres, la gente suele caminar por las aceras
equivocadas, en la dirección contraria. Yo no lo sabía, los otros estaban
enterados, pero la gente se olvida de decirte las cosas importantes.
Piénsalo, las puestas de sol
se repiten, todos se olvidaron de decirte que los años seguirían pasando, que
todo se prolonga, tu vida debe continuar, el sol se levanta cada mañana hasta la perfección de
los días justo como el señor ha soñado su maqueta de indecisiones, vienen las
mismas lluvias nocturnas, los mismos parques, las mismas
hojas cayendo, y los mismos ríos sonando lejos de ti.
Todo funciona según el diseño
del creador. No fuimos hechos para ser dioses tal y como lo
entendimos, no, de ser así lo primero que hubiera sido creado no hubiese sido
el amor, sino las armas. Nuestra realidad ha sido suprimida por una verdad. Las
mujeres creen que hacen mejor el amor cuando están enamoradas, puedes
preguntárselo a cualquier mujer, ellas suelen decir esas cosas, luego te miran
a los ojos sin decir nada y tú no sabes si están sonriendo o gritando, tú no
sabes si hace parte del guion, o todo en verdad debe ser así.
Hay lugares en los que estas
atrapado, todo lo que conoces está ahí, no sabes de dónde salió,
tratas de hacer memoria, tienes la impresión de que existe una causa en algún
lugar, pero tú no estás allí, ese lugar está justo donde termina la pared
invisible de los sueños, la piedra angular contra la que chocas, te levantas y
chocas, y chocas y chocas, estas de pie frente a la pared
y cierras los ojos, levantas la mano derecha y tocas la superficie resbalosa de
la piedra invisible con la que ha sido edificado tu muro, frunces el ceño y
pegas la frente a la roca, tratas de hacerla desaparecer pero como no ocurre
nada, dejas todo y retrocedes despacio con los ojos cerrados, vuelves a tener
sueños, te ves sobre otra latitud, piensas tonterías, crees que deberías irte a
la selva y alimentarte de corteza de árbol, pero en realidad no existen motivos
para hacer nada de eso.
La pared invisible se alza
detrás de tus ojos y no puedes verla, la piedra crece de manera acelerada, tus
sueños se esconden. La pared hace ruidos de casa vieja cuando sopla el viento,
como te dijeron. La verdad que sabes ahora es tan triste que en realidad no
puedes hablar de ella, porque crees que alguien podría escucharte, y morir
también, como tú, como tu madre, como tu padre, como tus estrellas de cine
favoritas, como las aves de las montañas sobrevolando el Himalaya.
La puerta del Domo se cierra, pero tú te quedas dentro.
Como he aceptado lo unívoco de la existencia, y me he conformado con esta pequeña porción de materia que el Universo me ha dado como cuerpo, la escasa energía que lo mueve, y el poco tiempo que me queda, he dejado todas las especulaciones, contrafácticos, e hipótesis estériles como formas de autoflagelación. Hic et Nunc es todo lo que tenemos. Carpe Diem
ResponderEliminarEl indeterminismo que proponen los optimistas de la literatura de autoayuda es falaz, se agota en su supuesto ilimitado presupuesto del 'tú todo lo puedes' pero, por el contrario, he aceptado mi prisión, porque soy buen huésped de la caverna platónica, lo cual no quiere decir que sea ignorante, sólo que, aunque vaya hasta las antípodas, soy siempre el mismo intelecto limitado, por mis condicionamientos, y mis taras
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