martes, 23 de enero de 2024

Inventar El Hueso (tres poemas) - Olalla Castro

Mujer Ángel, Desierto de Sonora, México - Graciela Iturbide




VESTIR ESTE CUERPO QUE NO EXISTE

 
Si en el poema digo yo,
hay quien cree que he mordido el anzuelo.
Que olí la miel
y acabé con las patas pegajosas,
en el fondo del tarro.
Que a lo largo del corredor 
hay ventanas abiertas
y he venido hasta aquí para asomarme.
 
Nadie señala el cerco que levanto,
lo lejos que consigo
quedarme de las cosas.
Nadie quiere decir que decir yo
es vestir este cuerpo que no existe:
excavar una zanja
desde la que poder, al tiempo,
huir y dispararme.


***



ESTOS DEDOS QUE BAILAN
 
Nosotras,
en el patio de atrás
de una casa muy grande,
oreando el rencor con las brazos en alto
y el dolor de los siglos en los hombros.
Nosotras,
estirando este rencor tan blanco,
dejando
que todo el sol del mundo lo atraviese.
Nosotras,
vigilando el fuego de otros,
cocinando los huesos de otros
para hacer esta sopa
que a otros servirá de alimento.
 
¿Y qué tenemos nuestro,
más allá de estos dedos
que bailan alrededor
del cuello de las bestias,
de estos dedos que matan
con un movimiento rápido, preciso,
y cocinan lo muerto
para dar de comer a una estirpe maldita?
 
Nosotras
y el rencor que se extiende
en los patios traseros de las casas.
Nosotras:
¿para cuándo otras manos,
otra historia, otra estirpe?



***


LO QUE SE ESCURRE ES EL POEMA
 
Escribo
como quien se sacude una mosca.
Como si la piel no guardase
el recuerdo de la astilla
y todo se acabara al extraerla.
Como si bajo las uñas
no quedara este surco pequeño
y el dolor no tuviera siempre un eco.
 
Todo lo que se escurre,
húmedo como la boca
del pez en el anzuelo,
es el poema.
Esto que, justo cuando está
a punto de morir,
colea con más rabia.