miércoles, 29 de junio de 2011





Would it be outrageous to say, we're either shouting or we're shagging locked in tempestuos phase*
"Ya sé que son nimiedades y me canso de oírte retumbar en el teléfono repitiendo que realmente me amas y me extrañas como nadie podría hacerlo; mientras yo te respondo que te lo creo (porque realmente lo creo así). Se que no te duele la decepción como a mí y que importa si igual disfruto, me vengo sobre nuestros recuerdos y me quedo ahí inmóvil, y me arrepiento de tanto gozo, y comprendo que no importara en algunos días, pero sin embargo me duele la fantasía de una ilusión solo mía, solo rota, solo mía. Y veo un adiós que realmente no es un adiós porque sé que vuelves, que no te tardas, que en menos de una semana cumples tu sueño y regresas a derrumbarte aquí conmigo, pero basta de quejas; yo espero, te espero, siempre espero, estoy hecha para esperar aquí, solamente espero."


Valium para los cuerdos.

martes, 28 de junio de 2011

En el lugar más próximo a la miseria descanso agudo, (me duele la espalda) pienso que me dueles ahí junto a la felicidad que te llevaste.

miércoles, 22 de junio de 2011

Poco a poco caigo en una desesperación silenciosa,
Llena de cuerpos y sonidos mudos,
Una desesperación espantosa
Llena de miles de posibilidades junto a nadie,
Junto a nadie en algún desconocido lugar,
Donde hay una enorme playa llena de nada,
Nada que me hace supremamente feliz.

Han dicho que aun no se lo suficiente
Como para amar el tiempo y los recuerdos,
Como para amar la brisa, el desespero, el descalabro,
El amor, la noche, la lujuria, el silencio
Han dicho que aun me falta todo un universo por recorrer,
Que nada es simple, que los besos no son dolorosos,
Que pensar mucho solo te llena más de materia gris,
Si somos sinceros, no volaremos jamás.

mi mente es un laberinto con miles de salidas, pero a nadie le gustan jaja a mi tampocomi mente es un laberinto con miles de salidas, pero a nadie le gustan jaja a mi tampocoEsta confusaEsta mente no es más que un laberinto
Con miles de salidas odiadas por una cantidad irreprochable
De especímenes de todo tipo,
Si hablamos con sinceridad, en ocasiones
También yo las odio.

Sí, precisamente eso

Sí, precisamente eso.

Soy quien hará que te duela el alma antes del desayuno
Y no será precisamente algo bueno,
Soy quien no cometerá esos pecados,
Quien no desatara los cordones de las botas
Quien se pone de noche ese doloroso pasado que no tienes,
Sí, precisamente eso.

Soy lo que ya no sirve,
Lo que el amor no cura,
Eso que esta roto, y sabes remendar.
Sí, precisamente eso.

Soy la decepción con unas piernas menos provocativas,
El llanto que se escapa de ninguna mirada,
Eso que no te hace falta pero existe.

Y me desangro amor,
Bajo cielos desterrados,
Bajo promesas que jamás se hacen
Porque siempre se cumplen,
Me desangro sobre una almohada sin plumas
Sobre un barco de papel,
Sobre una tarde sin nostalgia,
Sobre un enorme compendio de faltas y carencias.

Y escribo como quien tiene alivio,
De esa  misma manera inocua y bastarda,
Con ese dolor que apenas
Apenas… apenas me destruye.

Y no estoy aquí para aliviarte,
No estoy aquí para repetir
Lo que tantas veces has escuchado
Sobre ese amor que destiempla dientes
Mueve almas, hace sudar  cuerpos.
No estoy aquí para revivir sentimientos,
Ni para maravillar oídos desnudos
O labios de nicotina humo y desazón.


No estoy aquí.

Sí, precisamente eso.
Dos, tres, diez, y cien sueños, veinte tristezas que se comen a ras de contrabando con más o menos treinta y cinco caramelos rojos. Te espero, te siento, amarillo-rosa, cómprame un par de amores desquiciados algo de esquizofrenia en calma, el horror caminando tras un saludo simple. Me tomas de la mano y trato de concentrarme en el camino, avisos, publicidad barata, no eres lo que espero, pero nunca espere nada bueno. Se hace azul, verde, se terminan los caramelos y en esta tristeza se respira demasiado hondo, intento no pensar más en tu mano que suda, existe, se aferra fuerte y se agarra a la mía; que finge no estar ahí y sin embargo mueve lento los dedos como para pasar inadvertida entre algo que parezca un poco el amor. Y luego lanzas esa mirada de cienmilpirañas, docientosmilsaltamontes que no llegan muy alto y no te entiendo. Tú, me miras poniendo ojos de no entenderme pero de comprender que cuando bailo sin música es porque todo el ritmo lo llevo dentro y no se me agota el sonido interno. Reímos, es un empate milagroso entre los ojos que no se encuentran aunque estén frente a frente, sonríes y te empeñas en seguir en el camino y yo me pregunto cuánto más durara. Los abandonos nunca han tenido color porque nunca han existido. Haces preguntas sobre días, horas y fechas, y yo no sé que responderte, y preguntas algo sobre mí, algo que no comprendo a cabalidad, y entonces pienso que cuando comienzo a negarme demasiado es porque vamos en declive, y caigo en cuenta que me gusta que no te empeñes en escuchar la respuesta que quieres si no que sonrías con la que yo ofrezco, que a la final es la mía, la única que sé, la que entiendo de esto que nunca puedo definir, agradezco tu comprensión con una sonrisa de complicidad y me preparo para un adiós de septiembre, y un montón de tardes repletas de brisa en un noviembre de esos que ya no dan abasto, que dan ganas de vivir fuera y comer ventarrones, un noviembre amor de invierno, un noviembre soledad alquilada. Un noviembre al fin y al cabo.

lunes, 20 de junio de 2011

En estas tardes no puedo más que sentarme aquí, sobre los recuerdos distorsionados de una realidad que no ha existido, de una que yo he inventado y ni con gracia divina he podido pintar de verdad.

Mi Tranvía.

Mi amor es un tranvía congestionado, 
yo dejo que subas a él
y te aplastes entre la proyección de tu propio cuerpo bifurcado mil veces, 
dejo que te pisen, que te toquen, que te irriten, 
que disfrutes de una vista rápida al mundo 
desde esas ventanitas alojadas en mis costados, 
dejo que goces y que maldigas, 
que todo pase, 
mientras vas en mi amor yo no puedo evitar nada ni ayudarte.

Me gusta pensar que ...
cuando acaben las paradas  quizá, tú ...
podrías quedarte un poco solo para ...
compartir conmigo el silencio y la quietud, 
disfrutar de una sola vista un solo confort, 
un solo lugar que a la final soy yo.

martes, 14 de junio de 2011

La aceptación es la dulce crueldad de la mala alegría

Y, bueno, ¿como esta uno seguro de que no es mentira?, que no es solo una sucesión de vaivenes suaves sin orden cronológico, y como sabe uno que no es que se quiera morir si no que, lo qué pasa es que ha vivido demasiado y ha sido muy poquito tiempo para estallarse tanto la cabeza, y me veo absolutamente obligada ha hallarle un culpable a esta tarde acalorada, no tengo ni la menor idea de lo que quieren decir las 356.854 palabras que recibo casi diario, y es que tanto humo a mí no me ha hecho bien, la nieve blanca se roba mi tranquilidad y en ocasiones sueño con la cara de Hoffman derritiéndose enterito en su bicicleta, y mierda sigo preguntándome si es que acaso descubrir tanta verdad sera mentira, pero, mentira, pocas verdades he hallado y de casi nada estoy segura, no he visto poco pero muchos han visto mas que yo, y no me ha atacado una precocidad inminente, solo que esta que me pateo a los 13 años supe llevarla con bien y en demasía con tranquilidad y silencio. Sin embargo este crimen absoluto hacia mi tranquilidad no puede quedarse impune, no, nunca, jamas, ¡jamas he dicho!. 

Lloro en demasía y me siento sola, me lanzo sobre la almohada y grito, grito fuerte pero para que nadie lo oiga, grito fuerte pero ahogado, así es como deben ser los gritos de absoluta soledad, soledad, soledad a la que me condene yo sola aunque suene paradójico, y sin embargo luego disfruto, y gozo, y no esta nada mal y en la tristeza bajo la sombrita esquinera de la delicia se vive rico y se ve mejor. A la final me duelen las costillas, la espalda, pero fingir siempre se me ha dado bien a mí, a mí que soy la gracia en pasta, y brillan mis ojos y miro de abajo hacia arriba y luego hasta el centro de la gente y miro de cerca y fuerte, lo hago para que no se les olvide que yo pase mi breve mirada por ahí, que yo estuve, sí, yo estuve y contuve la respiración mientras agrandaba mis ojos y me internaba en los cuerpos acalorados de la ciudad. 

En ultima instancia lo único que pido, lo único que necesito es ser un recuerdo, no tanto por lo que vean ellos de mi, si no más bien por lo que puedo hacerles ver yo de ellos mismos en mi reflejo siempre tan absoluto.

Pero me retomo, me absuelvo de cualquier pecado, me difumino, compro un par de algodones de azúcar, tengo 16 años, un delito entre las piernas y una resaca inaceptable, dos amantes a quienes no se les revela la edad infame que me encierra. veo los animados, compro pastillas de dulce, escucho discos viejos, voy a cines baratos, sonrío, sonrío porque a los 14 vi mas de lo que desee y no se lo dije nunca a nadie, porque la fortuna es incierta y muchos detalles siempre sobran, alguna vez compre felicidad desnuda entre un par de aulas desteñidas, aulas no mías, aulas del pueblo. Eh mentido como nadie, y como casi todos e perdido la continuidad de las mismas, pero como pocos eh derivado de ellas otras mas perfectas y enardecidas. Yo te amo tu me amas, y mis palabras te emborrachan, te untan de un azul espantoso, canto tangos sola, y no se lo revelo a nadie porque los mejores placeres son los que vivo yo con el silencio. Sudor bendito, amor benigno, verdad inexistente.

domingo, 12 de junio de 2011

Y si no soy yo Harlem entonces quien? quien?

No sé cómo empezar. Te conocí en el Opium Streap Tease y me dijiste que te llamabas Harlem y también me dijiste que te gustaba el whisky, las mañanas de sol y tantas otras cosas de las que no me acuerdo. Yo te dije que me llamaba Gary, Gary Gilmour y que acababa de morir en la silla eléctrica y no me creíste. Pensaste que estaba loco, que tal vez había bebido demasiado y te fuiste a la pista a sacarte tus ropas, a regar un poco de sudor aquí y allá mientras tocaban Boys Don’t Cry y yo pedí una cerveza y te vi allí desde la barra y me pareció que olías un poco a Boys Don’t Cry, un poco a mañana de miércoles y no parabas de mover tus muslos, tus ojos, tal vez mirabas hacia arriba, hacia esas luces que olían a tomate, tal vez buscabas a Dios en la mitad de aquellas luces amarillas y rojas que daban vuelta encima de tu cabeza, de tus sueños de manzanas podridas y cuando se acabó Boys Don’t Cry volviste hacia mí y nos pusimos a hablar, hablamos de todo, creo que hablé de tus cigarrillos y te pedí que me dejaras pasar la noche contigo pero tu me dijiste que qué va, que no era posible y me dieron ganas de escribir tu nombre en el cielo, cerca de las nubes, ganas de escribir tu nombre con whisky, con vodka, con cerveza, con pequeños gritos, con sudores, con orines. Después te fuiste de mesa en mesa y te pusiste a repartir besos y claveles rojos a todos esos hombres que tenían mirada de pepino cansado y que te decían con sus miradas y desde el fondo de sus vestidos chillones que tú Harlem eras la mujer, que Harlem era esa noche llena de canciones confusas y rotas, Harlem era tener esos labios rojos que decían palabras de amor, Harlem esa no ir a trabajar al otro día, Harlem era tener ese olor a yegua cerca de los vasos de licor, Harlem era Boys Don’t Cry a las doce de la noche, Harlem era noche de lluvia mientras daban en la radio el reporte del tiempo, Harlem era no saber si era sábado o domingo o viernes o martes o cualquier día, Harlem era quedarse mirando tus ojos en medio de aquellas luces, tus nalguitas, tus téticas perfectas, Harlem eran tus manos llenas de lluvia, tus dientes llenos de palabras secretas, Harlem era decir quiero hacer el amor contigo sobre una colina sembrada de tomates rojos en una mañana de verano, Harlem era tu pelo salpicado de sudor y luces de colores, Harlem era mi camisa de recluso y en el bolsillo unos cigarrillos sin filtro, Harlem era fumar al lado tuyo y dejar que el humo azul impregnara tus labios asesinos, esos labios rojos, Harlem era coger una jeringa y llenarla con un poco de tus babas, con un poco de tu olor e inyectársela en la cabeza, Harlem era asaltar un banco o un tren en nombre tuyo y dejar escrito tu nombre, ese nombre, en las paredes, en los rieles, en el aire, en la hierba, Harlem era ir a vomitar al baño todo el whisky y pensar en ti, Harlem era escribir tu nombre con la lluvia, Harlem era ensopar un auto en gasolina y whisky y prenderle fuego, Harlem era tener una erección sin remordimiento en la mitad de aquel bar que olía a opio, a cerveza y a soledad concentrada, Harlem eras tú caminando entre las mesas regalando un poco de tu nombre un poco de tu olor aquí y allá, Harlem eran tus manos llenas de vasos, llenas de monedas, llenas de sueñitos, de palabritas roticas, Harlem era saber que más de media noche y que afuera llovía y hacía calor, Harlem era el sabor de tu boca, ese sabor a carretera, Harlem era el olor de la electricidad, de los voltios, Harlem era soñar contigo en una playa llena de niños, arena y barcos, Harlem era un domingo contigo en la playa, Harlem era cogerte y lamerte todo tu nombre, todo tu cuerpo, toda tu soledad.
Desde que te vi quede envenenado, Harlem. Eres como esa canción, Wild Thing, de Hendrix. Tenias la misma lógica de la heroína, me produjiste el mismo efecto porque te vi y me dieron ganas de inyectar tu nombre en mis venas me dieron ganas de ir al baño del Opium y mirarme frente al espejo y decir mierda You make my heart sing wild thing, me dieron ganas de escribir tu nombre con sangre en el fondo de mi vaso de cerveza, ganas de que me cortaras la venas con tus labios rojos mientras te tocaba las tetas. Ganas de desangrarme entre tus piernas mientras me hablabas de ir a la playa.
Después te esperé en la puerta del Opium Streap Tease. Eran las tres de la mañana y la noche olía a gasolina. El cielo estaba plagado de estrellas y por la carretera pasaban los autos llenos de ruidos y canciones. Caminamos un rato por la carretera sin saber a dónde ir. Simplemente íbamos y te cogí el brazo y te dije que me acompañaras a Zimbawe a una pradera llena de cebras blancas y negras y me respondiste que no, que no sabías nada de animales, que tenias suficiente con los animales que iban al Opium, que más bien nos fuéramos a dormir, que tenias sueño, me pediste que te contara un poco de mi vida y entonces te dije que había estado ocho años en prisión, que mis dos únicos amigos eran Max y un árbol que había en la prisión, que mis dos únicos amigos eran Max y un árbol que había en la prisión y te pareció gracioso, insólito. Tú me respondiste que nunca habías tenido amigos árboles, entonces encendimos un cigarrillo y nos sentamos en el borde de la carretera y te conté que para tener un amigo urapán, por ejemplo, había que acercarse y hablarle en las mañanas y orinar en su tronco en las noches, un poco como los perros y sobre todo hablarle, eso, hablarle al árbol, al urapán y decirle oye amigo urapán, aquí estoy yo, allá estás tú, oye amigo urapán me voy a fumar un cigarrillo bajo tu sombra, bajo tu olor a silencio, bajo ese olor a viernes y a jueves que siempre tienes y tal vez voy a soñar un poco, voy a soñar que soy un boxeador y que riego un poco de sangre en el ring, voy a soñar que me tomo un whisky en una mañana de domingo soleada tal vez voy a leer un libro, un poema, dos poemas tristes, tres poemas tristes, cuatro poemas tristes, llenos de ballenas, cinco poemas tristes que empiezan diciendo un viento salvaje recorre mi corazón, un viento salvaje me arranca de ti. Te reíste Harlem y dijiste que estaba loco, chiflado, que tenia pura mierda en la cabeza. Yo te respondí que en la prisión tenía la cabeza llena de whisky con sol, con alambre de púas y desde que te había visto tenía la cabeza llena de olas de heroína, que estaba envenenado, alucinado por tu nombre, por tu manera de cogerte el pelo, por tu forma de decir ahora no Gary, tócame después de que pase ese auto y me pediste que siguiera con el cuento de la ciencia de tener amigos árboles y te dije claro, pero antes te pedí que me dejaras ver en medio de ese océano de heroína de tu nombre, cosa salvaje, Wild Thing, you make me feel like a wild thing y entonces seguí con mi rollo.
Una vez que se le ha hablado al urapán hay que escuchar sus silencios, sus susurros, pues él te dice muchas cosas, él siempre está ahí, es testigo de los amaneceres, eso es lo más importante y sobre todo es testigo del paso de los días. Pero lo más importante de todo es que se puede dormir bajo sus ramas y sueñas cosas que nunca sueñas en otra parte. Es algo increíble los sueños de todos los hombres, conoces a todas las mujeres, conoces a todos los aeropuertos, todos los cielos, todos los mares, todos los bares. Te dije que solamente había que cerrar los ojos y pensar en aquellas hojas mecidas por el viento, por la noche, y entonces llegaban hasta ti todas las mujeres que hubieras querido conocer, mujeres que llegaban hasta tus sueños y te daban un beso en la frente, en las manos mientras en tus sueños llovía. Luego te ibas con esas mujeres a un bar y hablabas de las puertas, de los parques y en tu sueño seguía lloviendo. Eran mujeres que llegaban hasta tus sueños y se sentaban junto a ti con las manos sobre las rodillas y te miraban por entre la lluvia, por entre las hojas del árbol y te decían que no lloraras, que metieras tu mano entre su cabello, entre sus téticas calientes, entre su boca y luego esas mujeres te llevaban a algún parque donde había muchos árboles y te los presentaban. Eran árboles que tenían nombres, árboles que se llamaban un poco como los leones, un poco como las mujeres, un poco como los silencios, un poco como la lluvia, árboles que se llamaban Marruecos, Lenguadentro, Brooklyn, Corazón de Perro, Castillo Amarillo, árboles que sabían a ojos claros, a lluvia con hojas secas y entonces después me dijiste que ya tenias sueño y nos quedamos dormidos al borde de la carretera. Al otro día cuando el sol salió nos despertamos y fuimos al mar y nos limpiamos la cara. El día olía a opio y también un poco a ti, a Harlem, a labios rojos, a hielo con whisky. Hacia las diez de la mañana me dijiste nene hasta aquí llegó todo me voy y yo te dije está bien, siempre es así no hay nada que hacer. También te dije que cada vez que tuvieras un sueño con lluvia era porque yo estaba debajo de un urapán soñando contigo, con tu olor a opio, a hielo, a noche y me dijiste está bien nene eso pensaré y entonces te fuiste caminando por la playa y yo me quedé sentado viendo el mar, ese mar triste lleno de heroína, cosa salvaje y deseé con toda el alma estar Zimbawe. Cuando ya te habías perdido bajo la luz creo que pasó un avión de propulsión a chorro y me pareció que ese avión escribía tu nombre con gasolina en las nubes. Eran las nueve de la mañana y ese avión escribió Harlem sobre el cielos azul. Cosa salvaje.
Y me dieron ganas de ser nube, ganas de estar allá arriba en ese cielo azul con los ojos cerrados pensando en ti, en tu forma de decir mi nombre, en tu forma decir oye Gary ven a mi lado y me cuentas más cuentos de tus amigos los árboles, ganas de estar en esas nubes y oler el olor de tus senos, el olor de tus zapatos, el olor a lluvia de tus ojos, ganas de estar con una botella de whisky para siempre en el nombre, en tu nombre Harlem escrito por ese avión y marearme en cada una de las letras de tu nombre, H, A, R, L, E, M, y quedarme ahí entre las nubes y tener tu imagen, ser tu imagen, ser el olor de tus calzones, ser el olor de tus licores, ser tu forma de caminar, ser tu forma de mover los brazos, ser tus sueños llenos de lluvia, opio y heroína, cosa salvaje, mierda.
Gary lloró aquella noche y destrozó parte del Café del Capitán Nirvana. Antes de irse abrazó a Max como si fuera su hijo y le sobó la cabeza. Luego cogió una botella de whisky y se sentó sobre la arena. Eran las cuatro de la mañana. Cuando el sol estaba saliendo vino hasta nosotros y se despidió.
- Oye Max, alguna viene Harlem por acá dile que siempre hay un urapán y un sueño con ella.
Después se fue hacia el mar y se metió en el agua. Eran las seis de la mañana. Max se quedó un rato en la playa mirando hacia el sitio donde Gary había desaparecido bajo las aguas. Después vino al Café del Capitán Nirvana, saco la pelota de béisbol y regreso de nuevo a la playa y la lanzó hacia el mar con rabia, con tristeza. El día olía a opio, a pelota de béisbol, a la curva número seis, a Harlem.

-Capitulo 9 opio en las nubes-  Rafael Chaparro Madiedo.

jueves, 9 de junio de 2011

Que el tedio no se nos vuelva costumbre.

Punto y coma; en cualquier momento soy golpeada por la delicia de los intereses mal registrados, saldos, aportes, gritos, contabilidad contante y sonante, movimientos bancarios sin ritmo, cuentas y consignaciones, dolor de pulmón, hastío. Clientes que ladran, banqueros que muerden, mensualidades monstruosas dineros oportunos, cuenta preferencial. Extractos bancarios con olor a jugo de tomate para ensaladas. Mujeres con taconcillos corruptos, sellitos indelebles, tintos dulces, cheques por cero pesos para canjear en el banco de las sonrisas inestables y espasmódicas. Distracciones. Me dan ganas de existir. No tengo claro mi horizonte, no sé si todo está a lo mejor en el banco de horizonte, de pronto es que tengo el alma horizontal de un dinosaurio verde pálido, una mente uniformemente horizontal, pero no tiene caso seguramente he perdido el horizonte entre algún vértice que no conocí jamás. Me siento a recibir seis sagradísimas horas de clases inocuas que me dejan abandonada sobre una superficie resbalosa achacable solo al sudor benigno que produce dormir a tres pisos del asfalto gris con manchitas naranjas originadas por la luz de los postes de energía.
Paso meses peguntándome que ha pasado, Por qué  le he perdido la sucesión de letras que conforman ciertas líneas y renglones, Por qué  la música no me llega y las formas de mi rostro encajan a la perfección con el tuyo y me pregunto también si tú pensaras lo mismo, si a ti te sabe igual este amor que a mí me preocupa. Me pregunto si esta tristeza se ignora, se evade, se afronta o se disfruta. Me aburro de preguntarme y paso la yema de mis dedos por sobre las clavículas, luego el cuello, el mentón, me detengo en las comisuras de la boca sin tocar mis labios, presumo que así está bien, muy bien.
Regreso a los espacios poco espaciales y nada galácticos del aula. Me sofoco, me comprendo, siento lastima por mi constante llanto, me recibo con los brazos abiertos, considero mi existencia, me considero a mí.
Los cheques giran y a la final no se oye tan aburrido como las cifras indomables de tantas empresas inexistentes limitadas.
Una cometa, necesito una cometa porque jamás eleve una, no, nunca, jamás lo hice.
He anulado posibilidades y viceversa (he sido anulada por muchas posibilidades).
Graznido grupal, lógica de patos (y esta lógica de patos no es mía ni mucho menos, sino más bien es de la chica aburrida que presenta proyectos de grado pintando niños disfrazados de canguros, porque a lo mejor ella siempre odio los uniformes - y no la culpo – y los pantalones con tirantes, y afirmando esto miento, jamás cruce palabra con ella, esto no es más que un paréntesis  pato-lógicamente incomprensible). Alguien pronuncia error, otra vez pienso, pierdo el tiempo de nuevo charlándole a las hojas con la tinta negra de algo que ni siquiera puede llamarse bolígrafo, algo que apareció así nada más, ilógicamente, desmedidamente, pato-lógicamente.
Las cuentas son corrientes; se les tacha de simplonas, son insustanciales, insípidas, insulsas, a lo mejor no sueñan con cuentos. Concuerdo con todo lo anterior. Error entre puntos y comas, elaboración de recibos que nacieron en algún lugar llamado caja y necesitan de algún trago de valor para bajar la acides de la situación económica, y el sinsabor de las manos de cualquier secretaria rota que canta bajito la canción de moda y se saca los tacones bajo del escritorio.
6:15 pm. A esta hora ya todos olemos a sueños cansados, a perfume barato y deseos ahogados entre comisiones, transferencias de dinero, interés por préstamos, más cheques y menos besos. No se necesita más para matar al adolescente promedio y ponerle el cerebro en el programa de TV más cercano. Y ahora ataca desvergonzado el fin de semana que asoma la cara justo un miércoles cuando todo va a media semana y escandaliza con el próximo amor de sábado, si se tiene suerte quizá se consiga el viernes a la media noche, a media cerveza, cuando todo va en mitad de canción luego de media botella de whiskey barato para pasarse entero el peso de crecer y fingir que no duele, que es no más el dolor de cabeza del guayabo y algunas otras frutas que los domingo a las 7:15 am pesan igual.

miércoles, 8 de junio de 2011

No me patees en la cara.

Una resonancia magnética enfermiza y desazonada, una intervención quirúrgica a la que sometí mis enteras creencias, al final no hemos podido salvar casi a ninguna, unas ya no tenían arreglo ya se disociaban y en las mañanas a la hora de ducharse se les caía la pintura, oleos baratos y sueños resquebrajados por el tiempo que a la final nunca es tanto pero si es suficiente, a otras les he cambiado la cara ya no lucen igual, no visten igual, no respiran igual se han dado la vuelta viven de cabeza colgando de un árbol color otoño que en vez de manzanas da rifles más negros que la lujuria, he besado al miedo en la mejilla le he dado un abrazo caluroso y ¡ose! a pedirle que se sentara junto a mí, le dije que viéramos una película domiciliaria sobre un homicidio y un romance azul, le he contado todo lo que hemos perdido él y yo, todo eso que se nos resbalo y ahora está roto.

Mi silencio y yo nos hemos convencido de que amamos el viento cuando en realidad preferimos la lluvia. Sí, y bailar debajo un paréntesis helado de agua hirviendo, debajo de algo que no es un sollozar si no que más bien es una sucesión indefinida de alegrías, pero de esas que al final del día no alegran tanto y duelen en las pestañas.

sábado, 4 de junio de 2011

Para ACOMPAÑAR.



Entonces que se debe hacer en estos casos, la única idea coherente que tengo es la de la mecánica para prender cigarrillos, si mi cuerpo tiembla, no lo controlo; pero es mierda… Todo concreto. Sigue viviendo en este lugarcito tan detestable. Toda la noche para esto, esta incertidumbre, esta desconfianza que poco a poco está deteriorando lo que quedaba de mi materialidad; imaginar, por ejemplo, estar lejos, o muerto, o quizá perdido en alguna pagina, que no es lo mismo, nunca, que una página perdida, no puedo parar entonces; sabes, tu si sabes, como degenerar un espíritu libre, eres una maldita consagración de las sospechas; maldita, pero no poeta, no poetiza; es innecesario seguir así; ¿para qué?, no hay razón en esta maza encefálica, no hay masa encefálica ni tampoco cabeza, no, no, no, no, no, no, no, no, nada de nuevo ni ocho, no se entiende, ya lo sé, pero tampoco se algo, fálica, era la palabra concreta para decirte: come mierda, es lo único cariñoso que me sale del cuerpo.


-El amarillito nadaista-