martes, 14 de junio de 2011

La aceptación es la dulce crueldad de la mala alegría

Y, bueno, ¿como esta uno seguro de que no es mentira?, que no es solo una sucesión de vaivenes suaves sin orden cronológico, y como sabe uno que no es que se quiera morir si no que, lo qué pasa es que ha vivido demasiado y ha sido muy poquito tiempo para estallarse tanto la cabeza, y me veo absolutamente obligada ha hallarle un culpable a esta tarde acalorada, no tengo ni la menor idea de lo que quieren decir las 356.854 palabras que recibo casi diario, y es que tanto humo a mí no me ha hecho bien, la nieve blanca se roba mi tranquilidad y en ocasiones sueño con la cara de Hoffman derritiéndose enterito en su bicicleta, y mierda sigo preguntándome si es que acaso descubrir tanta verdad sera mentira, pero, mentira, pocas verdades he hallado y de casi nada estoy segura, no he visto poco pero muchos han visto mas que yo, y no me ha atacado una precocidad inminente, solo que esta que me pateo a los 13 años supe llevarla con bien y en demasía con tranquilidad y silencio. Sin embargo este crimen absoluto hacia mi tranquilidad no puede quedarse impune, no, nunca, jamas, ¡jamas he dicho!. 

Lloro en demasía y me siento sola, me lanzo sobre la almohada y grito, grito fuerte pero para que nadie lo oiga, grito fuerte pero ahogado, así es como deben ser los gritos de absoluta soledad, soledad, soledad a la que me condene yo sola aunque suene paradójico, y sin embargo luego disfruto, y gozo, y no esta nada mal y en la tristeza bajo la sombrita esquinera de la delicia se vive rico y se ve mejor. A la final me duelen las costillas, la espalda, pero fingir siempre se me ha dado bien a mí, a mí que soy la gracia en pasta, y brillan mis ojos y miro de abajo hacia arriba y luego hasta el centro de la gente y miro de cerca y fuerte, lo hago para que no se les olvide que yo pase mi breve mirada por ahí, que yo estuve, sí, yo estuve y contuve la respiración mientras agrandaba mis ojos y me internaba en los cuerpos acalorados de la ciudad. 

En ultima instancia lo único que pido, lo único que necesito es ser un recuerdo, no tanto por lo que vean ellos de mi, si no más bien por lo que puedo hacerles ver yo de ellos mismos en mi reflejo siempre tan absoluto.

Pero me retomo, me absuelvo de cualquier pecado, me difumino, compro un par de algodones de azúcar, tengo 16 años, un delito entre las piernas y una resaca inaceptable, dos amantes a quienes no se les revela la edad infame que me encierra. veo los animados, compro pastillas de dulce, escucho discos viejos, voy a cines baratos, sonrío, sonrío porque a los 14 vi mas de lo que desee y no se lo dije nunca a nadie, porque la fortuna es incierta y muchos detalles siempre sobran, alguna vez compre felicidad desnuda entre un par de aulas desteñidas, aulas no mías, aulas del pueblo. Eh mentido como nadie, y como casi todos e perdido la continuidad de las mismas, pero como pocos eh derivado de ellas otras mas perfectas y enardecidas. Yo te amo tu me amas, y mis palabras te emborrachan, te untan de un azul espantoso, canto tangos sola, y no se lo revelo a nadie porque los mejores placeres son los que vivo yo con el silencio. Sudor bendito, amor benigno, verdad inexistente.

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