viernes, 26 de abril de 2013

En el principio


Ese día
el tiempo era el viento en los tobillos.
Las luces apagaban todos los incendios
y creíamos que Dios desde el cielo
estallaba la pólvora de colores,
Su secreta lluvia de fuego
Chamuscándonos el pelo.

Todos hemos sido víctimas de su fallecimiento,
tres días seguidos de lluvia,
mi vecina hace el amor y yo la oigo con atención,
la huella de su orgasmo se abre paso sobre la piedra
Lejos de este espacio todo lo que queda
Es el frío,
Los polos que se invierten
La boca que besa sola,
La herida que nunca se cura.

Tuve días fáciles, mañanas donde mis muertos
seguían cayendo eternamente en
Una fosa común
El cáncer comía sus estómagos y sus gargantas,
Los nudos se apretaban
Uno tras otro, todos, en una revuelta de la paz y el silencio.
He tenido tardes más felices
en las que los perros ladran
Y las ratas se ahogan
En el Ganges.

Ahora,
Besemos todas nuestras renuncias.

Todavía recuerdo mi nacimiento,
Aquel día mi padre metió
Una libélula azul en una caja transparente,
Entonces el tiempo era la libélula muriéndose,
Nosotros esperando,
La tierra cayendo en nuestro cajón,
Mi vecina teniendo un orgasmo,
el tiempo
era
mi herida sanando
después de años de libélulas muertas. 



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