sábado, 23 de julio de 2011

La alteración del orden

Me altero, y pierdo el equilibrio e intento comprender  como es esto posible? Como es esto posible? Como es esta cosa terrible? Terrible? Indecible? Este impermisible orden de “e's”. Faltas inclementes, terminan en “s”, terminan.  Al final todo termina. Al final queda solo el final. Perder el aliento es sencillo,  ético, moralmente correcto, agradezco a nadie, supongo que él era nadie, pero nadie lo sabe a ciencia cierta.

Lo terrible de mantenerse en esta posición es la facilidad que se tiene para usar la torpeza inmobiliaria como arma letal, yo soy el objetivo. Acabar acribillado aquí sobre tu propia ironía mal comprendida. No es ironía, la verdad es mentira, no es ironía es miedo mal comprendido, miedo disfrazado de verdad mal dicha, miedo disfrazado de negación a favor de las acusaciones.

Me niego, me niego, y profeso tener dientes de leche para rescatar la poca inocencia que me queda aunque todavía reboso ingenuidad, y maldigo, contar los barcos de papel que cuelgan del techo no sirve, ser predecible da miedo. Es complicado aceptar que sabíamos lo que éramos, pero jamás íbamos a admitirlo a menos que se nos acribillara dulcemente. 

Terror molesto, amor invernadero, sonrisa, sonrisa sin recriminación de ningún tipo, tres diez cien mil.

Ellas son como yo, debe haber de seguro cientos de chicas tontas como yo si claro, Las Amarillas enfermas de tanto vodka, de tantas nalgas rasguñadas por pink tomates ebrios. Marcianas con cada vez más lápiz labial en la espalda. Incrédulas Harlems enamoradas de Gary gilmour’s asesinos. Las Magas de Cortázar bailando mientras creen ser tan ingenuas que apenas despiertan esa irracional ternura admitida por menos de diez mortales enfermos de inmaterialidad, no lo son, seguro creen serlo nada más, pero no lo son. Cientos de ciertas chicas de Efraím, las que despiertan cerebros y creen ser recuerdos eternos inadmisibles, insuperables, íntegros y desleales, ingenuos, genuinos, es complejo enterarse de que no se puede ser siquiera un recuerdo banal. Yonkis inmóviles entre la delicia, las putas de bukowski. judías enfermas de placer como las de Baudelaire, malditas hijas de las flores purpuras, malditos todos, maldita la severidad del alma, maldita, maldito intento de realidad, maldita tristeza inmaculada, malditas adulaciones en forma de insulto, maldito admitir mentiras, mentiras admitidas. Este escrito no es más que un comunicado instantáneo de mis mentiras admitidas, nada de lo que está en el es cierto, no hay más soñadoras, soy yo el cielo y el infierno de lo inexistente, y no quiero ser recuerdo, no, no quiero ser mujer de libros, personaje fantasioso y delicioso, impropio, que sufro de ingenuidad exacta lo acepto, esa es verdadera, llorar en las noches rotas es verdadera, soñar hasta reventar no es verdad, soñar, soñar no tanto despierta pero mantener la esperanza en la desesperanza que no abruma. Reflexionar y luego vomitar, gritar, gritar bajito en la soledad, y ser predecible es un arte, un arte mío nada más, ser predecible en cuando a lo impredecible en mí. Morir, morir debajo de un cuerpo acalorado, de unos pechos sudorosos, amar, amar pero sentir la necesidad de ser real, absoluta y tangible, de comer y dormir, y necesitar morder, claridad obscura, sueño indirecto, preocupación futura, ideales en declive.

Te beso, no me beses, yo te beso.

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